En cambio, mi madre se había vuelto locuaz: probablemente quería compensar el silencio del tío Rodolfo, para que su callar no fuera tan descarado ni tan punzante.
No parecía el tipo de taxista locuaz, lo que era de agradecer. Tenía una amplia espalda y supuso que era el típico bonachón cargado de hijos.
Como consecuencia, la enferma maníaca se muestra inmotivada y desproporcionadamente alegre, incluso pasando por alto hechos que pudiesen dolerle o entristecerle, exageradamente eufórica, incansablemente hiperactiva, desinhibida, extraordinariamente locuaz, verborreica.